Ayer volví a soñar que ardía.
Mi mundo onírico se quemaba consumido de nuevo por llamas que, como aquel día, no quisieron revelar su procedencia.
El fuego formaba ampollas en mi espalda y mi pelo servía de hilo conductor para hacer arder mi cabeza.
Sufría, sentía un dolor insoportable, pero el fuego ya había quemado mis cuerdas vocales, que se derrumbaban y chocaban entre ellas produciendo vibraciones que se mezclaban con el sonido de fondo.
El hilo musical eran los latidos de una ciudad, que poco importa si se llamaba Edén o Pandemonium. Las contracciones de un corazón que impulsaba a sus millones de ocasionales moradores a los escenarios donde cada día se veían obligados a actuar, ya estuviera el corazón aquejado de soplo o las venas padeciendo una inusual hemofilia pasajera.
Nada en la ciudad parecía arder, y sin embargo, allí estaba mi cuerpo.
Solo, ardiendo e intentando apagar las llamas con el agua salada que brotaba de los ojos.
Y en medio de las silenciosas explosiones, la ciudad seguía latiendo.
usted escribe muy bien, admiro su escritura; D
ResponderEliminarbye ;*
Qué grotesco, muy tuyo
ResponderEliminarmuy bueno también
vamos al Lastra ostiaaaa!
Despiera. Es sólo una pesadilla.
ResponderEliminarEs todo realmente terrible
Siento verdadera curiosidad por saber el por qué del fuego y no del agua o la oscuridad.
P.D.: vamos al Lastraaaaaaaaaa!
Alá!
ResponderEliminarDios, la parte de las cuerdas vocales es sencillamente impecable.
Y sí. Ya que soñamos que morimos, que sea con fuego. Ya lo dijeron por ahí, mejor arder que apagarse lentamente.
Gracias por vuestros comentarios ^^
ResponderEliminarNo sé por qué el fuego, supongo que mi naturaleza lo repele, aunque siempre me ha fascinado ver las cosas arder -desde lejos-.
No sé, creo que lo que dicen por ahí es cierto, si tuviera que elegir mi muerte, desde luego que no sería en la hoguera, aunque lo de apagarse lentamente e ir darse cuenta de ello debe ser muy angustioso...
posdata: soy más de la Bodeguilla de Paco jaja