La cromatografía es un proceso que se basa en la diferente velocidad a la que se extiende cada sustancia de una mezcla cualquiera sobre una determinada superficie.
Hoy, me gustaría que mi saliva se mezclase con cicuta para crear una mezcla de tonalidad filosófica.
Desearía que ese elixir se extendiera por cada una de mis venas a la velocidad del sonido de los latidos de mi corazón. Con cada sístole, penetraría en una célula más separando mis millones de glóbulos rojos de mis millones de preocupaciones, aislando mi energía vital de plaquetas, líquidos linfáticos y bilis.
La cromatografía estudiaría cómo mi vida biológica se separa a velocidades de vértigo de mi, ahora sin sentido, vida social.
Los hombres de ciencia, emplearían mi cuerpo para estudiar la velocidad de extensión de un ácido lo suficientemente potente como para corroer carne humana pero incapaz de corroer horas, minutos, segundos, instantes o momentos. El ácido separaría mi cráneo de la materia gris alojada en él pero no corrompería el contenido de la misma.
Y al fin mi cuerpo se separaría de mi mente, y la cromatografía analizaría las cantidades y velocidades de expansión del alma, corazón, cerebro, músculos y huesos que lo componían.
Los hombres de ciencia, emplearían mi cuerpo para estudiar la velocidad de extensión de un ácido lo suficientemente potente como para corroer carne humana pero incapaz de corroer horas, minutos, segundos, instantes o momentos. El ácido separaría mi cráneo de la materia gris alojada en él pero no corrompería el contenido de la misma.
Y al fin mi cuerpo se separaría de mi mente, y la cromatografía analizaría las cantidades y velocidades de expansión del alma, corazón, cerebro, músculos y huesos que lo componían.